El farolillo rojo

Ya los romanos construyeron una carretera para que el Nàstic pudiera venir al Camp Nou. Dos mil años más tarde, se presentan aquí como colistas de Primera División, a una preocupante distancia de la permanencia. Esto no es óbice (ni óbito, ni Obituary) para no prestarle atención a este equipo que ha pasado de calçot mecànic a coca de recapta en un solo verano. El precio que pagaron por una brillante temporada en Segunda ha sido un ascenso para el que no parecen estar preparados. Ni en infraestructura, ni en economía ni en equipo. Inclusive (sic) el alcalde manifestó hace poco que el club no debería haber subido. El caso es que están aquí, con su romesco, su avellana y su Portillo (ex-niño prodigio de la cantera del Mandril) dispuestos a asaltar el templo del Campeón de Europa. Equipo, por cierto, muy dado a cagarla por todo lo alto ante rivales de poca entidad.

Este partido también significa el final de la primera vuelta, ganada con autoridad por el Sr. Moon salvo hecatombe nuclear antes del Domingo, en cuyo caso no se le otorgaría el premio honorífico por haberse extinguido su especie. El receptor de tan alta distinción será próximamente invitado a una cerveza, por acuerdo de todas las fuerzas políticas, excepto el PP que exige el poner el nombre de “Ganador Español de la Libertad y de la Primera Vuelta de la PBBP”.

FCB – Gimnàstic de Tarragona. Diumenge 21, 19:00. El fan pel bar.

Rajoy, decepcionado tras caer sus peticiones en saco roto